«Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien –me dijo– ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas…»
El Gran Gatsby
En mi opinión, ser escritor no consiste sólo en escribir libros, sino en mucho más: es una actitud ante la vida, una exigencia y un compromiso.”
José Saramago
Este texto pretende ser una respuesta al primer manifiesto egoísta (¿acaso habrá segundo?) propuesto por un colectivo de escritores, críticos y artistas en Enero del 2011. Reitero, pretende ser una respuesta al manifiesto. Ya en otra ocasión veremos si el contenido de la revista EGO/ísmo se ajusta las exigencias del manifiesto o si se contradice.
La lectura nos remite, en primer lugar, al tono imperativo con que es percibido y al apelo constante de falacias. Nos dice: “Literatura pensante y autoconsciente; no la literatura que se instale irremisiblemente en la necesidad del otro, negando el objeto, prostituyendo la letra, convirtiendo al autor en un proxeneta vulgar” lo cual nos lleva irremediablemente a pensar ¿acaso no se puede escribir pensando en la necesidad del otro sin negar el objeto? Creemos que hay literatura como producto íntegramente de consumo y que ésta no generará el desarrollo literario. Pero afirmar que por tomar en cuenta la necesidad del otro implica desdeñar lo literario nos parece una exageración. Cuántas obras literarias han sido escritas, no solo pensando en otros, sino dirigidas, dedicadas, incluso teniendo como fin que solamente aquella lo lea y nadie más.
El segundo párrafo resulta más sorprendente y polémico: “Así, el lector de consumo, como un burdo autómata que programa el autor, se entrega a ese goce insulso y cínico, a esa castración del sentido en que se pierde la individualidad. […] debería desde hoy olvidar al lector”. ¿Qué implica olvidar al lector?: la indiferencia a sus problemas, cobardía a cambiar la realidad, falta de compromiso. Se cree que desarrollándose obras literarias ignorando la realidad se podrá cambiar ésta. Más bien, se crearía una literatura paralela que, al aislarse e ignorar al lector y la sociedad, se perdería: una literatura que se regodea en sí misma, alabándose tristemente.
El segundo punto da en el sentido del egoísmo: dar la espalda al lector. “[…] someterlo a dialéctica. Dedicarse íntegramente al objeto supone resarcirse de todo tipo de desvío que no constituya al autor con su arte […] llegar si es posible a la propia locura de su lenguaje”. ¿A qué dialéctica (egoísta) se quiere someter? ¿Cuánta literatura nace de la apreciación de la vida, y es en su disgusto con ésta que se busca cambiarla, no ignorarla? ¿Qué cosa peor existe que la incomprensión y el hermetismo generado por la “locura del lenguaje”? ¿Acaso esta no es una de las causas del por qué el lector se vuelve consumista: la incomprensión, lo absurdo de las obras literarias?
Sin embargo, es el tercer punto donde las utopías empiezan a surgir: “[…] el nacimiento de un nuevo lector […] sin más compromisos que la contemplación de un nuevo desorden”. Resulta sorprendente la convicción con que se anuncia el aparecimiento de un nuevo lector, nacido del egoísmo, de la indiferencia y el dar la espalda al consumista. ¿Es lógico creer tal afirmación? ¿Es posible pensar que surgirá un lector que contemplará, sin ni más ni menos, aquel arte egoísta, delirante en el lenguaje y desordenado? Nada más falaz que tal afirmación, menos aún que en este nuevo agente “el objeto egoísta cobrará todos sus sentidos”.
El cuarto punto es una risotada a la muerte del lector consumista. Le echa la culpa de un error que no es suyo: “temblará sin saber a ciencia cierta cuál ha sido su culpa. Y el autor egoísta, regocijándose en la soledad de su lenguaje, le verá calcinarse lentamente, desentendiendo sus bramidos […]”. Así terminará, en teoría, el autor egoísta: en la soledad de su lenguaje, sin ningún aporte ni búsqueda de cambio. Se quedarán en su torre de marfil, leyéndose, publicándose y comentándose entre ellos, con la única razón de una errónea lectura social, y en consecuencia, una errónea solución, siendo ésta la base de todo el movimiento.
Aquí se puede dar lectura al Primer Manifiesto Egoísta: La muerte del lector.
http://www.otras-voces.blogspot.com/2010/12/primer-manifiesto-egoista-la-muerte-del.html